jueves, 13 de mayo de 2010

Entrevista al escritor y poeta Aledo Luís Meloni, ex docente de la Escuela N° 186 (por Mario Vidal)

Aledo Luís Meloni: Diálogo con el último mito viviente de la literatura chaqueña

“… Usted llegó al Chaco, un día ya lejano, "procedente del corazón pampeano", como acostumbra decir. ¿Qué significa eso?

Vine a este mundo a través de Buenos Aires. Mis documentos dicen que nací en Bolívar. La verdad es que mi primer llanto se escuchó en una de las estaciones del Ferrocarril Midland, que salía del puente Alsina e iba a Carhué, un balneario de agua salada. Mi padre era inspector de vías y nací en una estación que se llamaba María Lucila, el 1 de agosto de 1912. Me bautizaron recién a los cuatro años porque aquellos pagos eran tan pobres que ni cura tenían.

También suele recordar, en rueda de amigos, que su infancia transcurrió en una estancia.
La estancia Hueited, una de las más grandes de la época. Allí lo vi a Alvear luego de ser electo presidente, en 1922. Él era sobrino de la dueña de la estancia. En 1925 estuvo también el príncipe de Gales, futuro rey de Inglaterra, aquel que abdicó para casarse con la plebeya Simpson. A éste no lo vi porque, adorador del alcohol como era, se pegó una borrachera fenomenal. Los baqueanos habían organizado en su homenaje toda suerte de pruebas de destreza. Pero él no vio nada. No pudo salir afuera,. De tan borracho que estaba. Sí lo vi a Carlos Gardel, que lo acompañaba. El "Zorzal Criollo", con una estampa que mataba, aplaudía todas las destrezas que los arrieros hacían delante suyo.

¿Cómo fue a parar su familia, humilde, a esa estancia tan poderosa?

Mi padre arrendó cien hectáreas dentro de la estancia, renunció a su trabajo en el ferrocarril y fuimos todos para allá. Éramos nueve hermanos. Por eso alguna vez dije que de niño había sido "boyero de chacra". Antes de los siete años me pusieron a cuidar animales. Ya adolescente descubrí que no quería ser boyero el resto de mi vida. Quería ser maestro. Así que estudié con los curas salesianos, hasta que me recibí en 1933. En aquel tiempo y en aquellos campos pampeanos estudiar era una odisea, pero llegué a la meta. Alcancé mi ansiado título de maestro y comencé a enseñar en La Pampa y Santa Fe. En 1937 pedí ser maestro nacional, me nombraron y me preguntaron dónde quería ser destinado. "Donde caiga", respondí.Y cayó en el Chaco...
Cosas que tiene el destino. El 3 de julio de 1937 me llama el secretario del Consejo Nacional de Educación y me dice: "Usted ha sido nombrado maestro nacional. Va a ir al Territorio Nacional del Chaco". Me preguntó si conocía el Chaco y contesté que no. "Lo vamos a mandar a un lugar muy lindo que se llama Campo del Cielo", agregó. En aquel tiempo el actual Departamento 12 de Octubre del Chaco se denominaba Departamento Campo del Cielo. Recuerdo que después, cuando pisé ese territorio, no pude menos que exclamar: "Si Campo del Cielo es así, ¡cómo será Pampa del Infierno!". Vine en barco y el resto del trayecto lo hice en tren.

¿En qué lugar se levantaba su escuela?

En General Pinedo, 17 kilómetros monte adentro. Empecé a enseñar allí el 21 de julio de 1937. Algunos amigos porteños me habían advertido que el Chaco no era para flojos y la realidad se encargó de demostrarme que aquellos amigos míos no me habían mentido. Me dio la bienvenida una sequía espantosa. La gran sequía del año 1937 fue seguramente la más grave que haya padecido aquella región. Fue entonces que lancé esa desdichada frase "si Campo del Cielo es así, ¡cómo será Pampa del Infierno!".

¿Qué memoria tiene hoy de aquella pequeña escuela rural?

Los que viví allí fueron algunos de los años más hermosos de mi vida. Y la escuela, ¡ah, la escuelita!. A mis alumnos con sus guardapolvos blancos me parece verlos todavía. Unos años atrás les dediqué este poema que titulé País de Dios: "La escuela en el umbral de la mañana/suelta la alondra de su voz y espera/. Por caminos de chacras y senderos de monte/la risa al aire azul, los niños llegan.../.Traen prendido en cada guardapolvo/el júbilo del día, como una escarapela/. Gracias al claro sortilegio de su risa/ mi corazón desanda calendarios de arena/. Se desnuda de toda su malicia/y la abandona al sol, como una capa vieja/. Y entra purificado y simple, de ocho a doce,/ en el País de Dios, en la inocencia".

¿Qué suponía, en aquellos tiempos, social y económicamente, ser maestro?

Los empleados de banco y los maestros éramos los preferidos de las chicas. Eso da una pauta de nuestra valía social. Teníamos sueldo bueno y seguro. Se suponía también que, siendo maestros, debíamos ser caballeros finos y cultos. De modo que se nos consideraba excelentes partidos para toda casamentera que anduviera suelta por ahí. Como maestro empecé ganando 193,20 pesos. La pensión con desayuno, almuerzo y cena me salía 45 pesos mensuales. El lavado de ropa, 5 pesos por mes. La cuestión era que 50 pesos por mes me alcanzaban para vivir. Me sobraban 143,20 pesos que, como no tenía cómo ni en qué gastar, los ahorraba.

¿Toda su carrera de maestro de campo transcurrió en esa escuela de General Pinedo?

A un año de mi llegada abrieron otra a unos cinco kilómetros de distancia, en una colonia de rusos alemanes llamada San Antonio. Era la Escuela N° 378 y fui su primer director. Me hice cargo de la misma el 18 de noviembre de 1938. De los 34 alumnos que tuve inicialmente 30 no sabían hablar castellano. Hablaban el idioma de sus padres.

¿Se despidió entonces, para siempre, de la otra escuela?

La verdad es que por una razón muy especial no podía cortar el cordón umbilical que me unía a mi anterior escuela. Mi lugar fue ocupado por una maestra que vino de Corrientes, la señorita Nydia Gutiérrez. Esa maestrita me gustaba de veras. Así que todos los días ensillaba mi caballo, que ya sabía para dónde rumbear, para ir a verla. Nos pusimos de novio, nos casamos y vivimos en mi escuela.

Su poema "Distancia" parece recordar aquellos cotidianos galopes hacia la casa de su enamorada.

Si, lo recordé de ésta manera: "En la polvareda verde/ de algarrobos y quebrachos,/desde mi escuela a tu escuela/ hay una legua de canto./Si lo sabremos/ yo y mi caballo.../ Y en la polvareda oscura/ de la noche, paso a paso,/ hay de tu escuela a mi escuela/ diez leguas de sobresalto./ Si lo sabremos/yo y mi caballo...".

¿Cuántos años duró su vida de maestro rural?

Desde 1937 a 1956. Ese año nombraron a mi amigo Guido Miranda interventor en la Inspección de Escuelas Nacionales Seccional Resistencia. Fue a verme y me dijo que me necesitaba como secretario suyo. Me negué rotundamente. "¿Qué voy a ir a hacer allá?. Soy maestro de campo. No sirvo para otra cosa", le dije. Pareció que todo había quedado allí. Pero un día recibo un telegrama. Me trasladaban a Resistencia, como secretario técnico de la Inspectoría de Escuelas Nacionales. No tuve más remedio que juntar mis calchas y rumbear para la capital. El 14 de abril de 1956, con un miedo pánico, empecé mi nueva vida laboral. Me jubilé allí, en 1964. …”

FUENTE: http://www.paginadigital.com.ar/articulos/2006/2006prim/literatura3/vidal-mario-290506.asp

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